Vivimos en una época en la que la medicina continuamente ofrece a las personas nuevas soluciones, que muchas veces rayan en lo milagroso, pero cada vez se ha ido haciendo más fuerte una creciente desconfianza hacia esta omnipotente medicina, capaz de sanar nuestros males en un "abrir y cerrar de ojos". Cada vez nos hemos ido alejando más de todo lo que implique un esfuerzo por descubrir , por escuchar y comprender qué es lo que está pasando con nuestros pensamientos, con nuestra conducta, con nuestra forma de enfrentar la vida, para luego darnos cuenta de lo que nuestro cuerpo nos muestra.
Como bien lo expone el libro "la enfermedad como camino" de Dethlefsen y Dahlke, nuestro cuerpo no es capaz de llevar a cabo ningún proceso por sí sólo, pues un cuerpo muerto simplemente yace inerte si no lleva consigo aquella energía imperceptible y misteriosa.
Es ese hálito de vida, esa consciencia, lo que hace que nuestro cuerpo sea capaz de movilizarse y es ese mismo estado, nivel, capa o como quiera llamarse, lo que se "enferma", para posteriormente hacerse patente a nivel físico.
Hemos estado acostumbrarnos a darnos cuenta de que "algo no anda bien" en nuestras vidas, una vez que nuestro cuerpo ya ha encendido ,más de una vez, la luz de alerta y llama completamente nuestra atención hacia él, pues ese malestar , sea agudo, crónico, punzante, focalizado, difuso, intermitente, o de la manera que se haga presente, nos perturba y nos saca de nuestro cotidiano vivir, interrumpiendo nuestras labores; pues precisamente es eso lo que requerimos: DETENERNOS, pues realmente algo no va bien.
Para comenzar este camino, es de suma importancia que seamos capaces de comprender que NO somos pobres víctimas de nuestro maquiavélico organismo, que cada cierto tiempo nos martiriza y nos hace perder tiempo y energía con sus "achaques". Tampoco somos pobres víctimas del entorno: lleno de virus, bacterias, malas vibras y malas intenciones de muchos otros.
Para comenzar, tenemos que tomar conciencia de que somos responsables de lo que vivimos y tenemos. Responsables de nuestra enfermedad, nuestra salud y que, por lo tanto, tenemos la capacidad de articular nuestras vidas y de sanar, retornando a un mayor estado de equilibrio.
¡¿Cómo?! dejando de engañarnos!!, hay una verdad enorme que guardamos en nuestro interior, que hemos ocultado tan bien que hasta para nuestros propios ojos resulta invisible.
Es hora de sumergirnos en esas verdades, sí, esas que no has querido ver por comodidad, cobardía, enajenación...entre otros motivos.
¿Comenzamos hoy?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario