La cistitis, que tiene como unos de sus principales síntomas la disuria o micción dolorosa es un triste acompañante de un gran número de personas y con gran facilidad se hace recurrente. Afecta mayoritariamente al género femenino y está estrechamente relacionada con las relaciones sexuales.
Existen cistitis que son producidas por una infección bacteriana que alcanza la uretra o la vejiga y existen aquellas que no se reflejan necesariamente en un aumento de bacterias pero que ,sin embargo, producen aquel dolor punzante o quemante, característico de esta dolencia.
Existen numerosos autores, que tras realizar investigaciones, han reconocido patrones repetitivos en personas que padecen esta enfermedad .
En esta publicación mencionaré a dos de ellos, que personalmente considero que son dignos de una profunda reflexión.
El primero es D. Flechen que en su libro "El Origen Emocional de las Enfermedades" expone que las vías urinarias y la vejiga están directamente relacionadas con la rabia. Esto proviene de la parte más salvaje de nuestra conducta, pues tal como los perros u animales salvajes marcan territorio para defender con agresividad su lugar y sus pertenencias , los seres humanos al delimitar nuestro territorio intimo , lo expresamos internamente a través de contracciones de las paredes de la vejiga.
Por otra parte , los autores T. Dethlefsen y R. Dahlke en su libro "la Enfermedad Como Camino" plantean la interesante y amplia teoría de que los riñones representan nuestras relaciones humanas en general, nuestro contacto directo con el otro, y específicamente con nuestra pareja, pues es con la pareja con quien las personas nos relacionamos durante un mayor lapso de tiempo , por lo que nos enfrenta directamente con los conflictos propios, con la sombra, con aquel lado que no nos agrada de nosotros mismos y que pretendemos esconder constantemente.
Los riñones realizan el trabajo de filtrar todo aquello que no nos nutre, aquellas sustancias impuras que, de no ser separadas y "coladas" ,nos producirían una intoxicación.

La vejiga entonces es quien recibe estas sustancias impuras, el material desechado por nuestro organismo y que debe liberarse. Cuando la vejiga no logra desechar lo que ya no nos sirve, es que nos encontramos ante un ambiente propicio para la propagación de bacterias, pues es un ambiente cálido y húmedo.
Esto llevado al plano psíquico o de consciencia nos extrapola a nuestra incapacidad de dejar ir aquellas situaciones problemáticas o que nos causaron algún conflicto en el pasado, y que ya no nos aportan nada pero que no logramos liberar. Esta tendencia a acumular desperdicios (emociones tóxicas, recuerdos, culpas, etc) al no hacerse consciente, se manifiesta en el plano físico, para lograr hacer con el cuerpo lo que no logramos con nuestra psiquis.
En este caso, aquella situación pasada, nos resulta especialmente dolorosa. Nos duele mucho dejar ir una situación, una persona, un sentimiento, etc.
La enfermedad nos hace sinceros y persigue simplemente vivir en carne lo que no logramos experimentar en nuestra consciencia, es por esto que el cuerpo nos facilita una posibilidad de equilibrarnos. En cierta forma logra un balance, porque nos obliga a hacer cosas que no lográbamos llevar a cabo y nos impide hacer las que no queríamos o "no podíamos", sin embargo este reestablecimiento del equilibrio no nos lleva a la cura final , puesto que esta se realiza sólo a nivel físico y para que exista una sanación se debe realizar en todos los planos, en ambos polos: esto es la unidad.
Preguntas que me debo hacer:
¿Tengo rabia con mi pareja?
¿No puedo expresar mi rabia y me la guardo?, si es así ¿a qué le temo?
¿Qué es lo que no logro dejar atrás?
¿Qué estoy acumulando en mi psiquis?
¿Qué situación no logro ver, que me está estancando?
¿Qué me duele tanto dejar ir?
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